“¡No le atarás el alma!” es el grito con el que responde la rebeldía del mismo Miguel
Hérnández en el poema “Las cárceles”. Y presta el título a nuestra obra.
Este drama histórico pretende mostrar los últimos años de vida del poeta oriolano,
una vez finalizada la guerra civil e iniciada la represión por parte del régimen de una
manera generalizada y planificada. Desde su arresto por la policía portuguesa el 4 de
mayo de 1939 por “pasar de España a Portugal sin autorización” y sus cinco primeros
días en el calabozo de la Guardia Civil de la localidad fronteriza de Rosal de la Frontera
(Huelva), donde comienza su calvario carcelario (Sevilla, Madrid, Orihuela, Palencia,
Albacete, Alicante), hasta su muerte el día 28 de marzo de 1942 en el Reformatorio de
Adultos de Alicante. ¡Tenía solo 31 años! “¡Claro, les sale más barato dejarlos morir
de esas horribles enfermedades que gastar balas fusilándolos!”, escribe-dice el personaje
de Josefina.
La acción dramática se produce mediante el único diálogo posible durante esos años
entre el poeta y su esposa, Josefina Manresa Marhuenda,: el diálogo epistolar. “Tus
cartas son un vino / que me trastorna y son / el único alimento para mi corazón”, escribió
Miguel. Cartas que transmiten las emociones paternales y conyugales, los enfados y
perdones, el amor y el dolor y, sobre todo, la dignidad ante quienes pretendían su
claudicación para la causa franquista a cambio de la atención médica debida.
La acción dramática completada con la explosión escénica de la voz lírica del poeta
enamorado, del poeta comprometido, del poeta 'fieramente humano' que fue Miguel
Hernández. Poemas representados y, también, presentados con la ayuda del cante
flamenco, de la música popular y, en ocasiones, de la imagen.
Insistimos en el carácter histórico de esta idea, porque necesitamos la verdad y la memoria
para impedir el olvido, la manipulación y la repetición de la barbarie.